Es el cuarto libro de la serie de los Malory y uno de mis preferidos.

Amy está enamorada de Warren desde que era pequeña, cuando le conoció en la boda de Georgina y James. Parece que es una jovencita tierna y virginal, pero no lo es. Es descarada y está decidida a salirse con la suya y hacer que Warren se fije en ella, a pesar que les separa una diferencia de edad muy considerable. Eso a ella no le importa en absoluto. Está decidida a conquistarle, cueste lo que cueste y a cualquier precio.

Warren Anderson no quiere saber nada del amor después de sufrir un desengaño amoroso hace años y ya no confía en las mujeres. No quiere tener nada que ver con esa jovencita que le acosa sin cesar, pero que le atrae como ninguna. Aunque hace verdaderos méritos para evitarla, el empeño y terquedad de Amy se lo ponen muy difícil. A Warren sí le importa la diferencia de edad que hay entre ellos.

Como en las buenas novelas de Johana Lindsay, las peleas y discusiones entre los protagonistas son divertidísimas y saltan chispas entre ellos. Recuerdo cuando están en el barco y por fin Warren no puede evitar rendirse ante los encantos de Amy. Es un pasaje precioso.

Es una novela de riñas en las que saltan chispas y una de lucha de voluntades de dos personajes igual de cabezotas.

Le doy una puntuación de Bueno, sin llegar a ser excelente me encantó.