Mi reencuentro con la narrativa de Stephanie Laurens ha sido una muy grata sorpresa. He leído una historia original, que contiene altos contenidos de entrega, amor y ternura, a la par que un sentimiento de superación y arrepentimiento que nos enseña una gran lección.

Empieza la historia con la recuperación milagrosa de Thomas a cargo de un fraile, Roland, en un monasterio cerca del mar, donde pasa cinco años. En sus conversaciones con dicho fraile va fraguando su próxima identidad y propósito de nueva vida. Tiene un pasado que le amarga, ha sido un hombre malo y tiene que redimirse de sus pecados. Tiene que conseguir hacer el bien, como en su otra identidad, hizo el mal. No sabemos cómo ha llegado a desfigurarse y casi morir, hasta casi el final del libro, lo que nos tiene pendientes de un hilo y con ganas de conocer todo su pasado.

A mí, me ha llegado al corazón este protagonista, su inteligencia, su inseguridad, su humanidad y el trato que le da a todos los seres que encuentra en su camino, hasta encontrar el motivo por el cual ha salido vivo de esta aventura, su destino.

Rose es la protagonista; una mujer fuerte, valiente y con convicciones arraigadas. Tiene a su cargo dos niños, a los que protege con todas sus fuerzas. Es por esto que cuando conoce a Thomas siente a la vez una gran desconfianza y una atracción visceral. No le impresionan sus terribles heridas, al contrario, son un punto de atracción más. Con el correr de los días y semanas conviviendo, ese hilo que les engancha se va acortando y, pese a su total reticencia, está tan cerca que no hay manera de volver atrás.

A partir de este momento se van descubriendo sus mutuos secretos. Van abriéndose al otro, tanto con el cuerpo como con el corazón. Pero aún existe una amenaza pendiente de sus cabezas, por lo que recurrirán a amigos de los Cynster (protagonistas de otros libros suyos), para que les ayuden en esta investigación. No será fácil pero, como acostumbramos a leer en este género, el desenlace llegará con un maravilloso final.

Quiero hacer destacar a los personajes secundarios, que aportan un gran valor a la historia y, entre ellos, los que me han encantado son los dos infantes de nueve y seis años, Homer y Pippin, niño y niña, pero, sobre todo Homer, inteligente y con ganas de experimentar y saber cosas. Las conversaciones que mantienen éste y el protagonista son verdaderamente bonitas y aportan una gran dosis de ternura.

En cuanto a la ambientación, me ha parecido muy correcta, ya que las descripciones de los bellos paisajes y poblaciones de Cornwall, así como el ambiente de Londres, me han hecho vivir en esa época.

Resumiendo: me ha encantado esta historia. Con una trama muy bien hilvanada, personajes carismáticos que aportan amor, amistad y ternura, una buena ambientación, secretos que descubrir y, sobre todo, el relato de un amor muy romántico, lleno de ternura y entrega. Ha sido un gran placer leerlo y reencontrarme con esta autora que hacía años que no leía.

Muy recomendable.