Emma Dunster llega a Londres para pasar una temporada con sus primos y tíos, los Blydon. Su vida transcurre en Boston, donde vive con su padre, que tiene una naviera a la que dedica su tiempo. La máxima aspiración de Emma es tomar las riendas del negocio algún día; pero incluso su padre le hace ver lo imposible de su pretensión, puesto que no está bien visto que una mujer esté al frente de un negocio, y aun cuando esto no fuese un impedimento, los trabajadores nunca acatarían las órdenes de una mujer.

Su llegada a la mansión Blydon estará repleta de situaciones impensables para dos damas de su posición, puesto que a las travesuras de Emma, se une Belle, su querida prima y protagonista del segundo libro de la serie ("Un baile a medianoche").

Es debido a una de esas travesuras que Emma vestida de sirvienta conoce al duque Alex Ridgely, al salvar a su sobrino de un percance. Su mayor interés es que él no pueda conocer su verdadera identidad, puesto que no quiere causar ningún problema a sus tíos, y sabiendo la posición del duque, eso podría no ser tan inverosímil.

Alex , por su parte, queda prendado de la sirvienta y al acompañarla a la casa en la que trabaja, decide que tiene que enterarse de la situación de la muchacha, puesto que se siente en la obligación de ayudarla, si ella no está contenta en esa mansión. Por supuesto, nada será como él había pensado.

Emma y Alex, parecen congeniar sin esforzarse. Ambos se sienten atraídos, pero ninguno de ellos está pensando en tener una relación que conduzca al matrimonio. En el caso de Emma porque en su futuro no pueda ver sino la presidencia de la naviera y en el de Alex, porque le gustan sus correrías con las mujeres pero no tiene pensado sentar cabeza por lo menos hasta los cuarenta. Cuanto más están juntos, más afianzan los lazos que les unen, y poco a poco comienzan a plantearse un futuro diferente. Y es aquí donde el libro tiene capacidad de "sorprender", porque creo que el planteamiento del matrimonio que sigue este libro sólo lo había leído en otra ocasión.

Podríamos decir que ese pequeño resumen refleja perfectamente la historia que nos cuenta Julia Quinn en este libro, ni más ni menos, sin florituras, sin intrigas, sin nada que nos lleve a indagar ¿cuál será el final?, sino más bien ¿pasará algo en esta historia que sea de interés?. Los protagonistas se conocen, se sienten atraídos, se van acercando uno al otro y se enamoran. Y diréis ¿y? , pues que no existen otros ingredientes en el libro, son hojas tras hojas de enamoramiento, de dulzura, de palabras y momentos tiernos, románticos, de pasión, etc, etc, etc. Me ha aburrido tanta miel, tanto quererse, tanto sentirse atraídos, porque en todo el libro no pasaba nada que fuese interesante. Es una historia plana, sin altibajos. Existe un único momento diferente en el libro, y parece metido con calzador para conseguir que nuestros personajes puedan comportarse de otra manera y seguir alargando la miel un poquito más.

En resumen, es un libro normalito, sin mayor interés. Una lectura que relata el enamoramiento paulatino de dos personas destinadas a gustarse y quererse. Con los diálogos a los que Julia Quinn nos tiene acostumbradas, pero sin la fuerza narrativa de otros de sus libros.