Detalle de la opinión
4.8 3 0.5Y por novelas como esta, ella me encanta
Valoración
5.0
Esta historia está contadas a dos veces, la de Stella, que se hace pasar por su excompañera de piso en una boda super lujosa junto a su mejor amigo gay. Mi fantasía hecha realidad, vamos. Lo máximo que he hecho ha sido colarme en otra graduación. Solo hay un problema, que es la boda de la hermana del protagonista y padrino, Hudson. Y como tal, la mentira iba a durar más bien poco.
Como es obvio, a Hudson le atrae por ser una desconocida y ha de saber que algo oculta, por eso no va a parar hasta desenmascararla. He de decir que desde el principio he adorado a Stella y su ingenio porque, aunque sabe que se está hundiendo en el fango, intenta defenderse como puede. Eso por no hablar de cómo deja boquiabierto a un hombre como Hudson cuando adivina la marca de ginebra correcta. Todo tiene un por qué, ya que es periodista.
Como he dicho antes, Stella es descubierta cuando menciona el nombre de su alter ego: Evelyn Whitley. Una persona que enseguida supe que estaba relacionada con él, aunque los imaginé involucrados de otra manera. Él fue bastante perverso con ella obligándole a dar el discurso. Pero desde mi perspectiva lectora, me lo he pasado terriblemente bien.
Es lógico que se liara la que se lio y que ella, con los nervios, se le olvidara el teléfono. Gracias a ese teléfono será como se conozcan. Por supuesto, Stella no es para nada la clásica protagonista de una novela romántica, va con todo por delante y sorprende al lector. Así, ella se arriesga a ir a por el teléfono cuando sería más "lógico" que él fuera quien se lo diera.
Gracias a ese acercamiento, descubrimos que, cuando todos esperábamos que sus vidas fueran de color de rosa, para nada es así: ambos tienen malas experiencias en el amor. Mientras que a Stella la ha abandonado su exprometido, quien se va a casar de nuevo, Hudson está divorciado y es padre soltero de Charlie, una niña de seis años aficionada a Dolly Parton. Entre nosotros, es el mejor personaje de la historia.
Si bien empieza de un modo inusual, al final la historia se convierte en una novela con uno de mis clichés favoritos: el de romance de oficina, o jefe y empleada, por supuesto. Y es que gracias a Hudson - aunque al principio le puso muchas trabas porque desde el principio se enamoró profundamente de ella - Stella puede montar su negocio de perfumes.
Lo he mencionado numerosas veces, pero... esta no es la clásica historia de amor porque, todo tiene un por qué. Y hasta el detalle más pequeño e insignificante puede causar un terremoto argumental. Y eso es lo que sucede con el inofensivo hobby de Stella de leer diarios de gente anónima. No voy a hacer mucho spoiler pero... solo diré que el mundo es un pañuelo.
Y que, cuando los secretos salen a la luz, entendí perfectamente el modo de actuar del protagonista afectado, pues yo hubiera reaccionado igual.
Afortunadamente, esta es una historia de amor donde el perdón vence al odio y a las adversidades. Y por eso, hay un final feliz espectacular y muy acorde a como es Stella.
Como es obvio, a Hudson le atrae por ser una desconocida y ha de saber que algo oculta, por eso no va a parar hasta desenmascararla. He de decir que desde el principio he adorado a Stella y su ingenio porque, aunque sabe que se está hundiendo en el fango, intenta defenderse como puede. Eso por no hablar de cómo deja boquiabierto a un hombre como Hudson cuando adivina la marca de ginebra correcta. Todo tiene un por qué, ya que es periodista.
Como he dicho antes, Stella es descubierta cuando menciona el nombre de su alter ego: Evelyn Whitley. Una persona que enseguida supe que estaba relacionada con él, aunque los imaginé involucrados de otra manera. Él fue bastante perverso con ella obligándole a dar el discurso. Pero desde mi perspectiva lectora, me lo he pasado terriblemente bien.
Es lógico que se liara la que se lio y que ella, con los nervios, se le olvidara el teléfono. Gracias a ese teléfono será como se conozcan. Por supuesto, Stella no es para nada la clásica protagonista de una novela romántica, va con todo por delante y sorprende al lector. Así, ella se arriesga a ir a por el teléfono cuando sería más "lógico" que él fuera quien se lo diera.
Gracias a ese acercamiento, descubrimos que, cuando todos esperábamos que sus vidas fueran de color de rosa, para nada es así: ambos tienen malas experiencias en el amor. Mientras que a Stella la ha abandonado su exprometido, quien se va a casar de nuevo, Hudson está divorciado y es padre soltero de Charlie, una niña de seis años aficionada a Dolly Parton. Entre nosotros, es el mejor personaje de la historia.
Si bien empieza de un modo inusual, al final la historia se convierte en una novela con uno de mis clichés favoritos: el de romance de oficina, o jefe y empleada, por supuesto. Y es que gracias a Hudson - aunque al principio le puso muchas trabas porque desde el principio se enamoró profundamente de ella - Stella puede montar su negocio de perfumes.
Lo he mencionado numerosas veces, pero... esta no es la clásica historia de amor porque, todo tiene un por qué. Y hasta el detalle más pequeño e insignificante puede causar un terremoto argumental. Y eso es lo que sucede con el inofensivo hobby de Stella de leer diarios de gente anónima. No voy a hacer mucho spoiler pero... solo diré que el mundo es un pañuelo.
Y que, cuando los secretos salen a la luz, entendí perfectamente el modo de actuar del protagonista afectado, pues yo hubiera reaccionado igual.
Afortunadamente, esta es una historia de amor donde el perdón vence al odio y a las adversidades. Y por eso, hay un final feliz espectacular y muy acorde a como es Stella.