Esta es la primera novela que leo de Ana Álvarez que transcurre fuera de España, y me ha sorprendido gratamente lo bien que se desenvuelve en otros ambientes. Esta autora es una todoterreno, sin ninguna duda.

A La chica que se subía a los árboles le ocurre lo mismo que a Luces y sombras, es un poco más seria de lo que nos tiene acostumbrados su escritora, pero igual de amena y entretenida que el resto de sus libros. Romanticismo, ternura, emoción y pasión son elementos que nunca faltan en las historias de Ana, y a esta tampoco le faltan.

En esta ocasión nos introduce en el mundo del periodismo de investigación, en ambientes bélicos y nos traslada a países que están en plenos conflictos. Esto le da un toque de acción que me ha resultado interesantísimo.

Como ya es habitual en Ana Álvarez, su forma de narrar es cercana, directa, elegante y sencilla; lo que hace que te sumerjas entre las páginas de este libro y te enganche sin remedio. No te satura con descripciones innecesarias sino todo lo contrario, las cosas suceden de forma dinámica, sin prisa pero sin pausa.

Me ha encantado la personalidad de Karin, intrépida e independiente. Es una mujer que se ha hecho a sí misma, que le apasiona su profesión y su modo de vida. Un espíritu inquieto.

Don no se queda atrás, me ha enamorado con su nobleza y lealtad. Es un hombre protector que tiene un corazón dulce. Me chifla que siempre haya tenido debilidad por Karin y lo transmita al lector, aunque a ella no se lo quiera demostrar. Está colado por Karin sin remedio, y cuanto más la conoce, más se enamora. Me resulta muy romántico que sin conocerla, tan solo escuchando las historias que el padre de Karin cuenta sobre su hija, la admire tan profundamente desde tanto tiempo atrás. Es algo muy tierno.

La relación entre Don y Karin es muy bonita, con momentos emotivos y otros cargados de pasión y complicidad.

Y como no podía ser de otra manera, los personajes secundarios son el colofón para completar esta preciosa novela.

A mí me ha gustado mucho, os la recomiendo.