Aquel fue el verano de mi vida.
El verano en que conocí al chico de mis sueños.
Por desgracia, estaba fuera de mi alcance.
Era el hijo de mi arrogante jefa y sabía que su madre se opondría a lo nuestro.
Pero Gavin era un rebelde. Y creía que solo debíamos ir con cuidado.
Él nunca me trató como lo hacía su madre, nunca me vio como a alguien del servicio doméstico.
Gavin me adoraba y me amó más de lo que jamás lo había hecho nadie.
¡Menudo verano!
Hasta que todo acabó. Mal.
Se suponía que no debía volver a ver a Gavin.
Pero eso no me impidió pensar en él todos los días de mi vida, durante diez años.
Ahora que el tiempo había pasado, apenas sabía nada de él; solo que era empresario y que vivía al otro lado del océano.