“Las damas de Ivy Cottage” es la segunda entrega de la trilogía de Ivy Hill de Julie Klassen. Antes de empezar, debo decir que no he podido leer la primera entrega y he leído, directamente, la segunda. Esto no os lo recomiendo puesto que es una historia que está, por decirlo de alguna manera, hecha en partes y, si no la lees en orden, cuesta muchísimo cogerle el hilo. También tengo que advertir de que el argumento que sale detrás del libro está mal y no tiene mucho que ver con la historia, especialmente la parte de Mercy.

La protagonista absoluta es Jane Bell desde el primer libro pero, en este segundo, surgen nuevas protagonistas que acaparan la mayoría de la acción. Estas nuevas protagonistas son Rachel Ashford y Mercy Grove.

Rachel se ha quedado huérfana y sin dinero (su padre, único pariente vivo que le quedaba, perdió todo el patrimonio antes de morir), así que se ve relegada a vivir con las señoritas Grove en su casa-escuela mientras ve cómo los nuevos Ashford se instalan en el que fue su hogar. Nicholas Ashford, nuevo heredero, le deja claro sus sentimientos hacia ella y le ofrece un matrimonio como salida a sus problemas, pero Rachel no lo acepta porque su corazón es para Timothy Brockwell, amigo de la infancia.

Mercy es la profesora de la escuela de señoritas del pueblo. Instruye, junto a su tía Matilda, a las niñas de familias humildes y a ello se dedica en cuerpo y alma. Ha pasado a ser lo que todos denominan “una solterona” y no aspira a nada romántico porque su aspecto físico “no es agraciado”. Sin embargo, sus padres siguen intentando encontrarle un marido, aunque eso suponga un poco de chantaje.

Esas son las pinceladas que puedo desvelar sin meterme mucho en detalles, pero hay mucho más a lo largo de la novela. Suceden muchas cosas en cuanto a desarrollo de personajes y el día a día, pero es bastante lento. En general, la novela es lenta y, muchas veces, sentía que no pasaba absolutamente nada o que la autora le daba miles de vueltas a temas que no tenían mucho sentido y que no aportaban nada a la historia. Otras veces, las escenas de intriga se alargaban tanto que me resultaban pesadas. En general hay intriga, como en todas las novelas de esta autora, pero aquí no conseguía implicarme con los personajes y, por tanto, no me sentía inclinada a querer desvelar los secretos. Muchos de ellos me parecieron superfluos y otros… creo que se representan como algo mucho más dramático de lo que de verdad es.

La narrativa de Klassen es muy buena y es eso lo que me ha impulsado a seguir leyendo, no la historia. Si tuviera que definir esta novela, la catalogaría como insípida. Apenas hay romance y, el que hay, es totalmente acartonado o metido con calzador. Lo mismo da que Rachel acabe con uno que con otro porque no hay química de por medio. Lo mismo sucede con el resto de parejas. Por momentos me sentía tan decepcionada que parecía que el amor lo había puesto la autora con calzador.

En esta novela las referencias a Dios y a la iglesia son continuas. Esto viene siendo habitual en los libros de Julie Klassen, pero ya llega un momento en el que te resulta fuera de lugar. A mí me está pasando con esta autora, lo cual no es un buen signo. Y, otra cosa que tengo que decir, es que se excede con los guiños a los clásicos. Todas sus novelas tienen estos guiños a autores variados del pasado, especialmente a Jane Austen. Al principio me parecieron un recuerdo bonito o que pegaba con la historia. En esta novela están tan presentes que es como si hubiera cogido “Persuasión” y la hubiera reformulado… y lo hubiera hecho mal.

En definitiva, es un libro que me ha decepcionado. Julie Klassen me ha decepcionado y dudo mucho sobre si seguir comprando sus libros o no. Es una pena cuando esto pasa, pero hay que aceptarlo. Mi opinión sobre el libro es que la narrativa es grandiosa, pero todo lo demás deja tanto que desear que no merece apenas la pena. Le doy un 2 de 5.