Detalle de la opinión
3.7 3 0.5Se lee muy bien, pero con final precipitado
Valoración
3.5
En esta historia de equívocos conoceremos la historia de Catherine y Crispin. Él siendo de alta cuna y ella también, solo que este pequeño detalle pasa desapercibido a ojos de él cuando decide besarla ya que era el recurso más rápido y evidente para librarse de una mujer que le pretendía de manera incansable y que no sabía entender una negativa.
Y con este punto de partida, la autora pone de relieve un par de datos y aspectos que suelen pasar desapercibidos a día de hoy, como es que el amor no solía ser el sentimiento imperante en una relación. Y sobre todo, que las mujeres no eran consideradas como personas en buena parte de los mismos, sino en una mera transacción comercial para ampliar el patrimonio familiar.
Desgraciadamente, hay otros aspectos que no parecen haber cambiado o evolucionado tanto como por ejemplo, lo fácil que es para una mujer tener una mala fama, sea o no la protagonista de una situación embarazosa. Y lo que es aún más triste, el maltrato que hemos sufrido en repetidas ocasiones a lo largo de la historia. Por eso, me ha gustado mucho que, a través del personaje de Catherine se denuncien ambos aspectos.
Asimismo, recuerda también que todas las acciones tienen sus consecuencias y sobre todo, nos invita por tanto a reflexionar a pensar antes de actuar porque, si no, al igual que Crispin, nos convertiremos en protagonistas de una situación indeseada, que no sabemos gestionar correctamente y de la que por tanto, tampoco saldremos como salir sin hacer daño al resto de implicados.
Y por eso está tan bien representado y ejecutado este personaje, si bien es cierto que, en ocasiones, no me caía demasiado bien. Aunque, sí que tengo que decir que su actitud de desconcierto y fuera de control, que realizó una magnífica representación de la importancia que tienen las palabras y cómo estas pueden causar aún más daño que las acciones y los golpes. Una metáfora al mismo tiempo, dura y evidente con la situación de Catherine.
Es por tanto un héroe atípico que se debate entre la razón y el corazón, pero que haga lo que haga y se deja guiar por alguno de los dos, siempre termina metiendo la pata. Por eso, a veces me resultaba encantador y enternecedor, pero al mismo tiempo, me sacaba de quicio. Dinámica repetida a lo largo y ancho de esta novela.
Al ser una novela de opuestos, las opiniones con respecto al amor son diferentes: el se ha vuelto arisco a causa de comprobar que todas las relaciones y matrimonios a su alrededor no son todo lo felices que deberían - su propia familia incluida - mientras que ella, ante la falta de amor que ha experimentado en su vida, en cuanto ve el más mínimo atisbo de un sentimiento similar y/o un buen comportamiento para con ella, poco a poco se siente atraída a por él. A pesar de ese rechazo inicial y de que, en ocasiones los momentos tristes superan a los felices.
En ese sentido, me ha gustado mucho la personalidad que la autora le ha otorgado a Catherine porque es muy real. Y por eso, el lector siente mucha empatía de inmediato para con ella. Especialmente en aquellos momentos en los que se palpa el miedo real que le supone un rechazo, puesto que solo tiene el precedente de su tío en lo que a comportamiento se refiere. Demostrando así el profundo impacto que tienen las circunstancias en que nos criamos para desarrollar una determinada opinión o comportamiento acerca de determinadas acciones y/o gestos.
Juega también muy bien con la idea de que el miedo que supone el confesar sus sentimientos por el miedo a la exposición y la debilidad que va asociado al mismo. Si a día de hoy, sucede, antes mucho más. Sin embargo, parecemos olvidar que, si bien las palabras pueden servir para mostrar los sentimientos a los demás, también los gestos dicen mucho al respecto de los mismos. Más que nada porque describe muy bien que no hay más ciego que quien no quiere ver. La inclusión del pretendiente, en este caso, me ha parecido muy acertada y divertida para darle esa vidilla y revulsivo que ambos necesitaban para decidirse a actuar. En una u otra dirección.
Y en este sentido, he de decir que esa falta de buena comunicación entre ellos incluso me ha dado rabia, ya que ambos se merecían su final feliz. Un final que, sí que he de confesar que me ha parecido precipitado y que rompe de manera muy brusca con todo el desarrollo previo de la relación entre ambos.
Y eso, en mi caso, ha impedido que la disfrute por entero ya que, se lee muy fácilmente y en menos tiempo del que pensamos, se ha llegado al final del mismo. Al ser mi primer contacto con la pluma de su autora, no puedo decir si es su mejor novela o no, pero sí que diré que no ha sido un primer encuentro del todo desagradable o insatisfactorio.
Y con este punto de partida, la autora pone de relieve un par de datos y aspectos que suelen pasar desapercibidos a día de hoy, como es que el amor no solía ser el sentimiento imperante en una relación. Y sobre todo, que las mujeres no eran consideradas como personas en buena parte de los mismos, sino en una mera transacción comercial para ampliar el patrimonio familiar.
Desgraciadamente, hay otros aspectos que no parecen haber cambiado o evolucionado tanto como por ejemplo, lo fácil que es para una mujer tener una mala fama, sea o no la protagonista de una situación embarazosa. Y lo que es aún más triste, el maltrato que hemos sufrido en repetidas ocasiones a lo largo de la historia. Por eso, me ha gustado mucho que, a través del personaje de Catherine se denuncien ambos aspectos.
Asimismo, recuerda también que todas las acciones tienen sus consecuencias y sobre todo, nos invita por tanto a reflexionar a pensar antes de actuar porque, si no, al igual que Crispin, nos convertiremos en protagonistas de una situación indeseada, que no sabemos gestionar correctamente y de la que por tanto, tampoco saldremos como salir sin hacer daño al resto de implicados.
Y por eso está tan bien representado y ejecutado este personaje, si bien es cierto que, en ocasiones, no me caía demasiado bien. Aunque, sí que tengo que decir que su actitud de desconcierto y fuera de control, que realizó una magnífica representación de la importancia que tienen las palabras y cómo estas pueden causar aún más daño que las acciones y los golpes. Una metáfora al mismo tiempo, dura y evidente con la situación de Catherine.
Es por tanto un héroe atípico que se debate entre la razón y el corazón, pero que haga lo que haga y se deja guiar por alguno de los dos, siempre termina metiendo la pata. Por eso, a veces me resultaba encantador y enternecedor, pero al mismo tiempo, me sacaba de quicio. Dinámica repetida a lo largo y ancho de esta novela.
Al ser una novela de opuestos, las opiniones con respecto al amor son diferentes: el se ha vuelto arisco a causa de comprobar que todas las relaciones y matrimonios a su alrededor no son todo lo felices que deberían - su propia familia incluida - mientras que ella, ante la falta de amor que ha experimentado en su vida, en cuanto ve el más mínimo atisbo de un sentimiento similar y/o un buen comportamiento para con ella, poco a poco se siente atraída a por él. A pesar de ese rechazo inicial y de que, en ocasiones los momentos tristes superan a los felices.
En ese sentido, me ha gustado mucho la personalidad que la autora le ha otorgado a Catherine porque es muy real. Y por eso, el lector siente mucha empatía de inmediato para con ella. Especialmente en aquellos momentos en los que se palpa el miedo real que le supone un rechazo, puesto que solo tiene el precedente de su tío en lo que a comportamiento se refiere. Demostrando así el profundo impacto que tienen las circunstancias en que nos criamos para desarrollar una determinada opinión o comportamiento acerca de determinadas acciones y/o gestos.
Juega también muy bien con la idea de que el miedo que supone el confesar sus sentimientos por el miedo a la exposición y la debilidad que va asociado al mismo. Si a día de hoy, sucede, antes mucho más. Sin embargo, parecemos olvidar que, si bien las palabras pueden servir para mostrar los sentimientos a los demás, también los gestos dicen mucho al respecto de los mismos. Más que nada porque describe muy bien que no hay más ciego que quien no quiere ver. La inclusión del pretendiente, en este caso, me ha parecido muy acertada y divertida para darle esa vidilla y revulsivo que ambos necesitaban para decidirse a actuar. En una u otra dirección.
Y en este sentido, he de decir que esa falta de buena comunicación entre ellos incluso me ha dado rabia, ya que ambos se merecían su final feliz. Un final que, sí que he de confesar que me ha parecido precipitado y que rompe de manera muy brusca con todo el desarrollo previo de la relación entre ambos.
Y eso, en mi caso, ha impedido que la disfrute por entero ya que, se lee muy fácilmente y en menos tiempo del que pensamos, se ha llegado al final del mismo. Al ser mi primer contacto con la pluma de su autora, no puedo decir si es su mejor novela o no, pero sí que diré que no ha sido un primer encuentro del todo desagradable o insatisfactorio.