Noemí J.

Es raro esto del confinamiento. Nos metimos en casa un invierno y salimos cuando ya casi es verano. Entretanto, la primavera ha venido y casi se ha ido sin nosotras, sin tenernos en cuenta, como si no importásemos tanto cuando tan importantes nos creíamos… El tiempo pasa rápido, sí, pero el día a día sigue pesando; cada instante transcurre lánguido e interminable.
Cualquiera diría que, con tanto tiempo por delante, podríamos hacer grandes cosas. Durante las primeras semanas se acumulaban las actividades, cursos, conferencias, chats, charlas, como si tuviéramos un imperativo moral de aprovechar este paréntesis anormal para ser más y mejores. Los canales nos ofrecían sus contenidos y las editoriales sus libros gratis (¿cuántos os habéis descargado?, ¿cuántos habéis leído?). Y las librerías, cerradas, nos pedían que no las olvidáramos.
Habría sido el momento perfecto para acometer grandes proyectos. Imagínate ahora que tú y yo nos ponemos a leer a Tolstoi, a Joyce, a Woolf.
Sin embargo, bastante tenemos con capear el temporal y hacer frente a la amalgama de sentimientos que han ido sucediéndose de finales de febrero hasta ahora: incertidumbre, incredulidad, miedo, desánimo, hastío, enfado, ¿tal vez alivio con los primeros paseos? Mientras vemos cómo otros se desviven por luchar contra la muerte, a muchas no nos ha quedado otra que esperar sin salir de casa. Qué poco heroico, pero qué duro, ¿verdad?
No sé cómo lo llevaréis vosotras (espero de corazón que vosotras y los vuestros estéis bien). Pero con Instagram y YouTube lleno de actividades, con la agenda cultural más apretada que nunca, a mí solo me apetece zambullirme en pelis de amor, series de risa y libros de evasión. Me cuesta concentrarme y me reservo para lo importante.

El caso es que, después de rebuscar por Netflix (¿por qué cuanto más busca una menos encuentra?) y las webs de los canales, al final he terminado encontrando mi gran refugio en la lectura de novela romántica. Tampoco es que me haya sorprendido.
Aunque es verdad que no me está valiendo cualquier libro; haciendo memoria rápida, por mi parte esto es lo que hay:
Me está costando la vida leer novela contemporánea: dejé a medias otra novela de Noe Casado (no acabo de pillarle el punto a esta autora) y terminé a duras penas una de Elísabet Benavent. Sin embargo, acabé contenta con Calista Sweet y caí rendida a los pies de Nadie muere en Wellington, quizá porque la atmósfera envolvente de esa Nueva Zelanda feliz donde cualquiera puede empezar una nueva vida, intensa y despreocupada, al sol de las antípodas es lo más parecido ahora mismo que podamos encontrar a la fantasía.

Ni siquiera la novela histórica ha sido una apuesta segura. Ni La sonata sin nombre ni Niebla en Tánger (que ni siquiera sé si cuenta como novela romántica) me han llenado lo más mínimo, y eso que tenía grandes esperanzas puestas en ellas. Y, claro, al final una termina yendo a lo seguro: Las mujeres de Winchester, con el estilo rico y pausado tan característico de Tracy Chevalier y sus tramas tan humanas, ha sido un bálsamo, mientras que La mirada de la ausencia, de Ana Iturgaiz, me ha trasladado a una Bilbao interesantísima y a una época de la que solo conocía la vertiente más barojiana y aventurera. Como siempre, es una auténtica delicia dejarse llevar por la prosa de la autora vasca.
También he leído un par de novelas ambientadas en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial de Jennifer Robson (¡qué descubrimiento estupendo está siendo esta autora!). Y hace nada he terminado Los días que nos separan, de Laia Soler, que me ha encantado. Creo que después iré a por Un destino propio, de María Montesinos, cuyos libros anteriores me gustaron mucho, así que intuyo que será otra de esas apuestas seguras. Y luego están las autoras a las que vuelvo una y otra vez, pero de esas hablaremos otro día.
Se confirma así que en estos días raros necesito novela histórica. Ya sabéis, historias en la historia, protagonizadas por buenas personas. Historias de tierno amor para dormir al lado.
¿Y vosotras? ¿Os está sirviendo la lectura para sobrellevar esta situación? ¿Hay alguna novela que os haya permitido evadiros? No es tarea fácil, ¿verdad? Espero que también hayáis conseguido encontrar refugio en la lectura. ¿Alguna recomendación?
Aunque sobre todo, sobre todo, lo que me gustaría saber es que estamos todas bien. Cuidémonos mucho y leamos lo que nos llene.
Un abrazo y mucho ánimo.
Artículo realizado por Noemí J.
Imágenes de Pixabay.es