Autor: El Rincón Romántico

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Romántica actual

Sexy, descarado, irresistible

Un cliente descarado hoy es, oficial mente, el peor día de mi vida… me he despertado tarde después de una noche loca con el hombre más guapo y descarado que he conocido en mi vida, mis dos mejores clientes de mi agencia de relaciones públicas me han dejado y mi compañera de piso ha destruido mi traje favorito. Aun así, todo se podía enderezar: hoy firmaba con un desconocido e importante cliente un contrato de esos de ensueño. Pero a la hora de la firma no ha venido ningún deportista famoso, ni una estrella de televisión ni ninguna celebridad. En su lugar ha aparecido el Tao espectacular de Anoche con una sonrisa en la cara, y se ha presentado como mi nuevo y descarado cliente.

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Turbulencias

Poséeme…
Bésame con fuerza…
Tómame una y otra vez…
Al principio fue lo de siempre: chico conoce chica, chico conquista chica, chico se acuesta con chica.
Nuestra historia debería haber terminado justo después de la primera vez, cuando cada uno se fue por su lado.
Pero nos volvimos a encontrar… en otras circunstancias. Unas circunstancias prohibidas.
Y ninguno de los dos fue capaz de resistirse.
Las reglas eran sencillas, la pasión puro escándalo, y nuestros corazones estaban a salvo…
Sin embargo, cuando algo lo consume todo, algo que es tan seductor como irreprimible, arriesgas todo lo que tienes para seguir disfrutándolo, incluso aunque esté destinado a estrellarse y arder.
Pero así somos nosotros.
Así es nuestro amor imperfecto.

Lleno de turbulencias…

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Mi jefe otra vez

Claire Gracen tiene por fin la vida que siempre ha querido: una carrera profesional que adora como diseñadora de interiores; un hombre, Jonathan Statham, el que fue su amado y deseado jefe, que está dispuesto a hacer todo lo que ella desee y amigos que conocen el verdadero significado de la palabra «amistad».

Cuando ella y Jonathan empiezan a preparar la boda de sus sueños para formalizar su compromiso de amor eterno, Claire se da cuenta de que el doloroso pasado que había dejado atrás está mucho más encima de lo que pensaba, y la duda parece querer instalarse en su perfecta vida junto a Jonathan.

Para Claire, Jonathan es el prometido perfecto, ¿pero será un marido perfecto? Para Jonathan, algunas conductas de Claire en la recta final hacia su enlace hacen que se llene de preguntas: ¿Claire está poniendo a prueba su amor… o en realidad es ella quien debería estar bajo esa sospecha? Las dudas empiezan a poblar cada vez más el sendero hacia el altar de Claire y Jonathan, y los problemas parecen crecer a cada día que pasa.

Pero no por nada Jonathan ha sido todo un jefe tanto dentro como fuera del ámbito laboral, tanto dentro como fuera de la cama de Claire… y eso, junto con el amor que se profesan, es algo que está por encima de todos los problemas…

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Sin compromiso

Once millones de motivos para marcharme.
Cero motivos para quedarme…

Paris Weston está cansada de todas las promesas que su novio le ha hecho a lo largo de los años, así que en lugar de ir a su fiesta de compromiso se va al aeropuerto con la intención de coger el primer vuelo que esté a punto de salir lo más lejos posible. Compra un billete a Boston con dos escalas.
Decidida a perderse en otra vida diferente a la suya, está convencida de que estar fuera una o dos semanas la ayudará a aclarar todas sus dudas.
Hasta que no consigue llegar a su destino final por una tormenta de nieve.
Hasta que el desconocido sexy y deslenguado que se sienta a su lado en el avión da al traste con todos sus planes.
Hasta que esa escala que no estaba prevista hace que no vuelva a tener ganas de regresar a casa…

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Entre tú y yo

Querida Hayley: Asumo que todavía estás de resaca, así que seré breve. Anoche te metiste bajo mis sábanas (sin mi permiso), y casi hicimos el amor. Salí de la cama tan pronto como me di cuenta de que eras tú y te llevé a casa. Eso fue lo que pasó. Punto. Final. En caso de que lo hayas olvidado, eres la hermana pequeña de mi mejor amigo. Nunca seremos nada más (no podemos ser nada más), así que preferiría que trabajásemos en lo de ser «solo amigos» de nuevo. No obstante, no soy de los que dejan preguntas sin responder ―ni siquiera las que se hacen durante una borrachera―, por lo que, para dar por zanjada nuestra inapropiada conversación de forma adecuada, te contestaré: 1) Sí, me gustó el roce de tus labios contra los míos cuando te pusiste encima de mí. 2) Sí, por supuesto que prefiero el sexo rudo, pero estoy bastante seguro de que no fui rudo contigo. 3) No, no tenía ni idea de que todavía eras virgen… Este mensaje nunca ha existido. Corey.

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Mi jefe

La carrera de Claire Gracen como directora de marketing no podía ser más meteórica, y, además, estaba felizmente casada con el hombre del que había estado enamorada desde la adolescencia; su vida era perfecta… Espera… ¡No! Era satisfactoria y asombrosa, pero un día se dio cuenta de que todo era mentira, una mentira en la que su mejor amiga y su marido la habían engañado de la peor forma posible. Para superar la ruptura y la decepción, Claire se obliga a hacer un cambio de aires: nuevo trabajo, nueva ciudad, nuevas amigas… Es entonces cuando capta el interés del hombre más sexy que haya conocido nunca, Jonathan Statham. Jonathan es diferente a todos los hombres que han pasado por su vida: es dominante, está acostumbrado a conseguir lo que quiere, cuando quiere y como quiere, y no está dispuesto a aceptar un no por respuesta… Pero, a pesar de la innegable química que hay entre ellos, Claire lo intenta rechazar… porque es más joven que ella. Sin embargo, la vida da muchas vueltas, y poco después descubre que Jonathan es el fundador de la empresa donde ella trabaja. Su jefe.

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Novio por treinta días

Nunca debería haber aceptado ese acuerdo…

Hace treinta días, mi jefe —un tiburón de Wall Street— acudió a mí con una oferta que no pude rechazar: poner mi firma en una línea de puntos y fingir ser su prometida durante un mes. Si accedía, podía rescindir mi contrato laboral con una indemnización por despido «extremadamente generosa».

Las normas eran muy sencillas: prohibido besarse y tener sexo. Solo había que fingir que nos queríamos ante la prensa, aunque desde el día que lo conocí siempre había deseado borrarle esa estúpida sonrisa de superioridad de la cara.

Lo cierto es que no tuve que pensármelo dos veces. Firmé y comencé a contar los segundos que me faltaban hasta librarme al fin de su chulería de alta gama.

Solo aguanté un minuto… Nos peleamos durante todo el viaje de cuatro horas hasta su ciudad natal y no conseguimos dar una impresión convincente ante la prensa que nos esperaba. Pero lo peor fue que, justo cuando iba a arrancarle aquel gesto arrogante de la cara, se quitó la toalla de baño delante de mí, a propósito, y me dejó sin palabras con su miembro de veinte centímetros, para «demostrarme quién era el más importante» en nuestra relación. Después me dedicó su estúpida sonrisa de suficiencia de nuevo y me preguntó si quería que consumáramos lo nuestro.

Y lo peor de todo es que ese fue solo el primer día.
Todavía quedaban otros veintinueve por delante…

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Fiesta de empresa

No me puedo creer que sacara el nombre de mi jefe para el regalo anual del amigo invisible…
Ese capullo irritante y engreído, la reencarnación misma del diablo, nunca nos da días libres en Navidades, y espera de verdad que le estemos agradecidos por la generosa alternativa que nos ofrece: una fiesta de empresa.
Se trata de un viaje obligatorio, con todos los gastos pagados y de dos semanas de duración, a un resort de lujo desconocido donde todavía tendremos que seguir trabajando de doce a quince horas al día.
Estoy tan hasta las narices…
Así que lo que hago es poner cero interés en su regalo. Le quito la etiqueta a lo que sea que me ha comprado mi hermana, añado un cheque regalo de Amazon por valor de cinco dólares y se lo hago llegar.
No me entero de la terrible decisión que he tomado hasta que mi hermana me envía un mensaje:

Georgia: ¿Por qué no te has partido de la risa con el último vibrador que te he regalado? De verdad espero que te imagines la cara de tu jefe cuando lo uses, igual que pongo en la nota. 🙂

Por si eso no fuera poco, el «viaje de lujo» de este año será a mi ciudad natal, el lugar que he estado evitando durante años. Y mi abuela es la propietaria del resort…
Si consigo salir viva de esta, no volveré a «re-regalar» nada a nadie nunca más…

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Dos semanas y una noche

A quien corresponda:
Sirvan estas líneas para anunciar formalmente mi renuncia en Parker International (y a su arrogante y condescendiente director), efectiva a partir de hoy en dos semanas.
Ha sido una decisión MUY FÁCIL de tomar, dado que los dos últimos años han sido un horror total. Espero que su nueva asistente ejecutiva tenga toda la suerte del mundo (la necesitará), y si mi jefe me necesita para cualquier cosa en estas dos semanas, que alguien le diga que puede apañárselas solo.
Un saludo (no tan) cordial.
Tara Lauren.

Este es el aviso de dimisión que debí haber mandado con dos semanas de antelación a mi jefe, porque la versión profesional —aquella en la que decía sentirme «agradecida por la oportunidad» y «honrada por haber tenido tan gratificantes experiencias»— fue rechazada con esa sonrisilla sexy tan suya y ese «es altamente recomendable que lea usted la letra pequeña del contrato».
Y lo hice.
Ahora me doy cuenta de que, a menos que finja mi propia muerte, le envenene o encuentre la forma de renegociar ese contrato imposible de entender, estoy atrapada trabajando para uno de los jefes más engreídos y bordes de todo Nueva York.
Y entonces, cuando creía que nada podía ir a peor, me llama anoche a última hora con una proposición difícil de creer…

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Una noche y nada más

Me llamo Andrew Hamilton y soy uno de los mejores abogados de Nueva York. No puedo perder mi tiempo con relaciones románticas, por lo que cubro mis necesidades saliendo con mujeres que conozco de forma anónima a través de una web de ligues.
Tengo un gusto muy particular: rubias y curvilíneas, que a ser posible no sean unas jodidas mentirosas (aunque eso es otra historia).
Mis reglas son muy sencillas: una cena. Una noche. Sin repeticiones.
Se trata solo de sexo. Ni más. Ni menos.
Por lo menos se trataba de eso hasta que conocí a «Alyssa». Yo pensaba que era una abogada con la que intercambiaba opiniones jurídicas a altas horas de la noche, alguien con quien hablar…
Pero, de repente, se presentó en mi bufete para una entrevista… Y todo cambió.

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